lunes, 15 de junio de 2009

El abuelo Lucho.

Mi abuelo paterno murió cuando yo tenía 13 años,
fue mientras estaba en 8 básico.
Recuerdo que cuando cayó enfermo, no me extrañó,
varias veces había ocurrido la misma situación
por lo que al ser hospitalizado sólo pensé, "bien, es algo de rutina".
Por lo que me contó mi mamá, él no fue un excelente padre en cuando
a la parte afectiva, lo que le provocó muchas trancas a mi papá
y le siguen afectando, aunque me lo niegue.
Tuvo mil defectos, tampoco fue el marido ejemplar, si bien era trabajador
y siempre se brindó ecónomicamente, eso no fue suficiente.
Sin embargo, como nieta no tengo nada que reprocharle.
Aún recuerdo sus paseos por las tardes después de dormir la siesta,
se ponía su sombrero, tomaba su bastón y salía a pasear por la villa
más de alguna vez lo encontrábamos en el camino con mi hermano cuando íbamos de vuelta del colegio.
Él creía que no lo notábamos, pero era claro que cada vez que salía a pasear
no era más que una excusa para sacarle el pan amasado a mi abuela, meterlo en el bolsillo y comérselo a escondidas mientras caminaba sin que nadie supiera.
Una de las tantas veces que cayó enfermo, no nos reconocía,
producto de su diabeter y alzaheimer imaginaba cosas,
una vez me dijo que vió ovejitas en su pieza (cosa que a los diez años es bastante grecioso para mí). Pero había veces que los recuerdos o alucionaciones no eran tan agradables al parecer, tampoco quise preguntar por eso.
Cuando murió sentí pena, creí que no pasaría
no era muy cercana a él, mis primos lo fueron más.
Pero de alguna manera sabía que él nos quería,
cada vez que íbamos al a casa y le quitábamos el control para ver tele,
él sólo se sentaba en su silla pegada al televisor y se podía quedar mirando por horas.
Aún tengo su gorro, ese mismo que usaba para salir
pocas veces lo usé (porque realmente ya no me entra).
En su funeral, por primera vez vi llorar a mis primos y a mi papá,
todos sabíamos que no fue un hombre ejemplar
pero hay veces que el cariño puede tapar hasta los peores defectos supongo.
Hoy después de ocho años, acompañé a mi mamá al cementerio a verlo
era la primera vez que iba desde que murió,
me emocioné y no sé por qué.
Recordé sus caminatas, las veces que sacaba el pan a escondidas de la casa,
su clásica agua mineral, la sacarina, su bigote tan particular, cerré los ojos y escuché su voz.

2 comentarios:

Paulina dijo...

mish , ayer mismo fui sola a hacerle una visita fugaz a mi abuelo , siento que últimamente le debo algo. Hace dos años que no está conmigo y todavía me anda buscando , no caxo porqué , pero bueno. quizas porke pasé todos mis ramos XD jakaj cuidate lore.

Anónimo dijo...

no se, a el tema es delicado , porque nadie esta preparado para la muerte de un familiar y no se , nos queda la sensacion de que no entendemos lo que es la muerte, que es muy desgradable sufrir y que a veces uno no sabe como raccionar, creo que esos temores a veces se me pasan por la mente cuando algun familiar esta grave o pasa por el hospital , al igual que cuando uno esta en algun funeral , o cuando acompaña a amigos o compañeros frente a su luto, una vez alguien me dijo que los abuelos y los padres mueren para que los hijos y los nietos no le teman a la vida , porque mas que temerle a la muerte que es solo un momento , le tememos a la vida ;no me gusta pensar asi ahora, tal vez cuando sea padre o abuelo lo entendere.
saludos y te sigo leyendo
Atte.
Checho J. Fry