martes, 8 de diciembre de 2009

La navidad a mi pinta

Y llegó diciembre, ese mes tan mágico que nos envuelve con el ambiente navideño.
Época en la que pareciera que el amor y la felicidad se esparcen por todas partes, y en donde el espíritu navideño simplemente se toma cada rincón que podamos observar.
Por una cuestión del clima, durante este mes en el hemisferio sur de nuestro continente las temperaturas suben considerablemente, por lo que las lluvias y días helados quedan atrás. La razón por la que me detengo en este punto, es porque dado este detalle la navidad nuestra la celebramos en pleno verano por lo que ¡sorpresa!, no tenemos una blanca navidad.
En Chile el verano nos impide pasar una noche buena haciendo muñequitos de nieve, tampoco tomamos chocolate caliente ni mucho menos usamos esos terribles chalecos verdes con toques rojos. Entonces, no entiendo cuál es el afán de pretender querer parecernos a los gringos, ¿Por qué decoramos nuestras casas con calcetines que parecieran ser sacados del pijama de invierno?
Desde hace un par de años le insisto a mi mamá que deje de adornar la casa con motivos que aluden a viejos pascureos abrigados hasta el cogote y que por favor me deje decorar la palmera que está fuera de la casa. Es que quiero una navidad con piña colada, sentada frente a la piscina, sacar los monitos de nieve que cuelgan de las paredes.
Los publicistas chilenos debieran ser más ingeniosos y romper el estúpido patrón estadounidense que muestra a la familia perfecta bajo un árbol. Por qué no podemos tener un Viejito Pascuero con anteojos de sol en vez de ese gorro tan caluroso, shorts, polera y hawaianas y fin del asunto.
Este año pretendo impulsar una nueva celebración entre mis cercanos, espero poder cambiar ese pino por una palmera con luces de colores, el pan de pascua por una ensalada de frutas con helado, el pavo por un mariscal fresquito y el cola de mono por una piscolita.
Después de todo, celebramos navidad con 30° de calor, esto no es una blanca navidad.