martes, 23 de marzo de 2010
Así viví el terremoto (periodísticamente hablando)
En primer año de universidad, un profesor nos hizo escribir una columna de opinión respecto a las fallas del periodismo. Como era de esperar, me fui a lo que siempre detesté y encontré fácil de odiar; el periodismo de televisión. Recuerdo que en dicha expresión de lo más profundo de mi ser, ataqué directamente el sensacionalismo que existía en éste y que esperaba no convertirme en el típico reportero con el agua hasta el cuello, que en medio de una tragedia natural era capaz llegar con micrófono y preguntarle a la señora que lo perdió todo: "¿Cómo se siente?"
Por esas vueltas de la vida, llegué hacer mi práctica a TVN (exacto, estoy en el canal de todos) y a pesar que en mis tres meses apenas he realizado cuatro notas todas escasas, mi pega ha ido más allá de eso. No sé si habrá sido coincidencia, dicha, mala suerte pero me ha tocado vivir uno de los períodos más fuertes de este país: Segunda vuelta, primer gobierno de derecha y lo que todos comentamos hoy, el terremoto. Y es en este último punto que me quiero detener, porque a todos nos marcó esta "cagadita" que tanto daño causó.
Las primeras imágenes que vimos fueron de puentes caídos, efectos del tsunami (o tu-sunami), destrozos, en fin vimos lo peor que alguna vez ni siquiera llegamos a imaginar. Pero después de las primeras horas de transmisión, era el momento de mostrar el lado humano y exponer la realidad de un país. Las primeras imágenes controvertidas fueron las del saqueo, cómo olvidar a Amaro en plena transmisión preguntando a quienes llevaban un plasma, si realmente ese "producto" era de primera necesidad. Durante las dos semanas siguientes, los noticieros no hacían más que dedicar horas al terremoto y mostrar el lado más crudo. Si bien era necesario, se llegó al punto de quien presentaba la mayor tragedia y contaba la historia más conmovedora con tal de obtener el primer lugar. Y es que una una situación así, es perfecta para que cualquier departamento de prensa logre lucirse y ser el primero en informar.
Mi pega durante esos días no fue más que recibir móviles, armar mudos o lo que fuera relacionado con el terremoto, básicamente estar pendiente de lo que pudiera pasar. Llegué a tal punto, que si escuchaba la palabra réplica revisaba inmediatamente la intensidad, daños y posibles desgracias personales. Para qué hablar de lo que pudiera ser armar un compilado de cuñas, debían ser quizás las más tristes, en donde esa señora mostrara su dolor y mejor aún si te llegaba a emocionar. Por una semana nos saturamos del terremoto; edificios derrumbados, histeria de la gente por alertas falsas de maremoto, pavor por las réplicas, caminos cortados, familias que lo perdieron todo, discursos, informes desde la ONEMI, étc.
Durante aquel período aprendí el concepto de "un buen mono"; ése en que se viera la casa casi con una pared en pie, me di cuenta que las cámaras de seguridad son material valioso cuando no se tienen imágenes del terremoto en su apogeo y por sobre todas las cosas, entendí que tener al héroe local del momento es una obligación y deber de entrevistar. Es decir, comprendí aquél dicho "una imagen vale más que mil palabras".
Irónicamente a lo que siempre critiqué, renegué y traté de evitar finalmente llegué a él. No fue una práctica en la que estuviera en terreno y fuera quien transmitió la noticia, pero el trabajo detrás de cámara me enseñó mucho. Es cierto, es fácil criticar a los medios por ser tan sensacionalista, y enjuiciar de forma negativa a un canal por mostrar gente desaforada entrando a un supermercado. No justifico ni defiendo la pega que hacen los medios audiovisuales, mantengo mi posición que hay que dejar de lado el sensacionalismo y dejar de mostrar a personajes como "Zafrada". Sin embargo, estar en el lugar y en el momento exacto requiere cierta frialdad, después de todo esta labor requiere tener la capacidad de transmitir una reaildad.
Reconozco que por un momento odié a la persona en la que me convertí por un rato, dejé de lado todo lado "humano" y poco me podía afectar lo que pudiera ver. Pero es que esta pega te transforma en eso, sin embargo hay momento para eso y saber separarlo es algo sano.
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